jueves, julio 29, 2010
Lo siento
Lo siento…
Te pido humildemente perdón
si más de una vez te ofendí
quizás me dejé llevar por la sinrazón
o por la ira incontrolable que sentí.
A nadie escapa, por el común decir
que somos hijos de nuestros propios errores
y aunque uno los intente prevenir
al cometerlos nos acarrean sinsabores.
Sé que las palabras que te dije fueron duras
y como saetas tu corazón envenenaron.
No pretendas ver, ni aún a oscuras,
que eran ciertas, aunque a tus oídos llegaron.
Amor, mil veces te diría que lo siento
que de verdad nunca quise lastimarte.
Demás sabes, cual es mi único sentimiento
que lo que más desea es por siempre amarte.
Comprendo que te será difícil tratar de olvidar
el penoso momento que hemos pasado.
Te pido: una nueva oportunidad me has de dar
para intentar enmendarlo y que te quede olvidado.
Lo siento, amor, realmente, lo siento.
No fue mi intención ofenderte.
* Imagen sólo a título ilustrativo
miércoles, julio 28, 2010
Padre , Más Allá...
De Buzón |
Hasta envidia me das, Padre mío,
por verte cada noche, en el cielo brillar
pues seguro estoy que desde allá nos observas
y por protegernos, Padre, no quieres dejar de alumbrar.
Fuiste el que marcaste el sendero de nuestras vidas
cuando recién nos asomábamos a esta jungla terrenal,
cuando nos enseñabas que la ética y la moral
eran las banderas de los valores perdidos por los cuales luchar.
Tus más virtudes opacaron tus menos defectos
propios de la naturaleza humana, sin dudar.
Tu responsabilidad al trabajo y tu vocación musical
fueron cómplices de esa vida mesurada que elegiste llevar.
Ejemplo nos distes ante muchas situaciones
en que solo la figura paterna nos podía aconsejar
y yo, como tu hijo mayor, padre, créeme, lo valoro,
y como estandarte en mi vida te suelo portar.
Sé que desde algún lugar sigues velando
por el bienestar de tu familia que dejaste atrás.
Acordaste con el Señor tomar la delantera.
Ten paciencia, Padre, algún día nos reuniremos en el más allá.
El álbum de fotos
Cubierto de polvo, y desgreñado,
tras encontrarlo dentro de una deformada caja de cartón,
se asoma a mis nostálgicos recuerdos
ese olvidado viejo álbum de fotos.
Sacudiéndole el polvo del tiempo
y sosteniéndolo delicadamente en mis manos,
gruesas lágrimas involuntarias se deslizan desde mis ojos
al revivir imágines siempre presentes en mi corazón.
Lentamente lo voy hojeando, apretando mis mandíbulas
para que no me embargue la emoción,
al volar mi mente, recordando
las veces que, junto a mis padres y hermanos,
rememorábamos los precisos momentos
que a través de aquellas fotos fueron eternizados.
Distintas emociones quedaron reflejadas,
tanto de tristeza como de felicidad.
Más, en todas, absolutamente en todas ellas,
prevaleció ese profundo amor familiar.
Así, de esta manera, observo lento y con cierta avidez
diferentes etapas de mi hermoso pasado.
Si todas las imágines que captamos
fueran sólo gratos momentos de nuestras vidas
quisiéramos que siguieran bien guardadas
en esos viejos álbumnes de fotografías.
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